El
otro día una amiga mía de
clase me preguntó si le podía ayudar a organizar una merienda para las
chicas y
chicos de su iglesia. No dudé ni un segundo en aceptar su propuesta y
nos
pusimos a organizar el, en principio, pequeño evento. Empecé a sospechar
que no sería una merienda al uso cuando compramos los materiales
necesarios para hacer unos garrotes de chocolate. Mis sospechas se
vieron despejadas más tarde, porque resultó que no iba a ser sólo una
merienda, sino una clase de cocina
en la que teníamos que explicarles a 15 personas cómo elaborar esta
receta tan
deliciosa.
El
tiempo se nos pasó súper rápido, y pudimos preparar muchos garrotes de
chocolate, ya que todo el mundo estuvo colaborando de una manera u otra. Para
las ocho de la tarde ya estaban en la bandeja calentitos, aunque poco después todos habían desaparecido.
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